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¿Por qué es la hora de hacer Biometano?

La versatilidad del biometano, a la hora de ser aprovechado como vector energético, lo sitúa como un elemento clave en el camino hacia la neutralidad climática, de cara al 2050.

Este gas renovable puede ser empleado para generar calor o electricidad, pero también puede inyectarse en la red de gas natural o utilizarse como combustible en el sector del transporte, en especial en los sectores de difícil electrificación.

Además, la obtención del biometano a partir de la valorización energética de los residuos orgánicos ofrece una alternativa eficiente para el tratamiento de estos residuos, cuyo volumen viene aumentando año tras año, con los consecuentes problemas socioambientales y de salud que conlleva su gestión inadecuada.

Las estimaciones sobre la capacidad de Europa para producir este gas renovable indican que, para el año 2030, se estarían produciendo 350TWh de este gas, lo que equivale al 10% del uso previsto de gas natural en la Unión Europea.

Según un informe de la Asociación Europea de Biogás (EBA), el consumo de biometano podría alcanzar el 40% del consumo total de gas de Europa en 2050, fecha límite de la descarbonización.

Tras la pandemia y ante la actual crisis climática y energética, para que estas estimaciones se hagan realidad la producción de biometano debe tomar impulso.

Francia, España, Italia y Alemania son los países con mayor potencial para su producción, al tener una mayor disponibilidad de la materia prima necesaria. Entre todos representan alrededor del 60% del potencial total en 2050.

España se sitúa en segundo lugar, en cuanto a potencial, después de Francia, con cinco plantas de biometano actualmente en explotación, y con la expectativa de alcanzar las 64 plantas en 2024, lo que permitiría alcanzar los 2.077 GWh.

El factor clave para dar este impulso en nuestro país es la puesta en marcha de un marco regulatorio y un sistema de garantías de origen, a través de la Hoja de Ruta del Biogás recientemente aprobada, que marque el camino a seguir.

 

El papel del biometano en la economía circular

El actual modelo lineal, que implica producir, vender, tirar o sustituir, resulta inviable e incompatible con la lucha contra el cambio climático.

La alternativa es un nuevo modelo de economía circular, basado en la producción eficiente (en cuanto al consumo de recursos) y la reducción de los desechos generados, primando la reutilización y el reciclaje.

Este modelo económico también se aplica al aprovechamiento de los recursos energéticos y materias primas, donde el biometano tiene su protagonismo.

El biometano es un gas 100% renovable que puede producirse a partir de la purificación del biogás obtenido tras la digestión anaerobia de los residuos orgánicos.

Esto implica el aprovechamiento de los desechos orgánicos generados en grandes cantidades en sectores como el agroindustrial, el agroalimentario o bien procedentes de los lodos de depuradoras o de la fracción orgánica de los residuos sólidos urbanos.

La obtención de biometano a partir de estos residuos resulta una alternativa sostenible al vertedero o la incineración, reduciendo las emisiones de GEI y permitiendo su aprovechamiento como energía renovable de producción local, almacenable y con capacidad de ser transportada a través de las infraestructuras existentes de gas.

Es por esto, que este gas renovable se lo considera un vector energético esencial para cumplir los objetivos de descarbonización y para dar impulso al desarrollo de la economía circular.

 

Biometano y movilidad sostenible

La necesidad de descarbonizar el sector del transporte en los próximos años resulta un objetivo relevante que queda manifiesto en la Directiva (UE) 2018/2001, de 11 de diciembre de 2018 (DER II), relativa al fomento del uso de energía procedente de fuentes renovables y en el propio Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) 2021-2030.

La Directiva fija este objetivo en un 14% y el PNIEC lo establece en un ambicioso 28%, de cara a 2030.

Con la Hoja de Ruta del biogás, junto a la del hidrógeno, se identifican los retos y oportunidades para el desarrollo de estos gases renovables y se marcan los hitos que alcanzar para el sector del transporte.

El biometano, obtenido a partir del biogás, puede utilizarse como biocombustible en nichos de difícil electrificación dentro del sector del transporte, como son el transporte pesado por carretera y el marítimo.

La forma de usar este biocombustible sería como gas natural comprimido (bio-GNC) o gas natural licuado (bio-GNL). En el caso del transporte por carretera, se pueden usar ambos en camiones con propulsión a gas, lo que hace a estos vehículos más sostenibles y eficientes, con cero emisiones.

Además, este biometano vehicular puede obtenerse próximo a las zonas de producción de residuos (áreas agroindustriales y urbanas) y abastecer a la propia flota de transporte donde son gestionados, e incluso al propio municipio y localidades próximas.

Unos beneficios que contribuyen a la descarbonización del sector del transporte y a una transición energética justa.

 

Desarrollo rural con la producción del biometano

La posibilidad de obtener biometano a partir de los residuos generados por el sector agroindustrial supone una oportunidad para el desarrollo de la áreas rurales y zonas de reto demográfico.

El biometano se puede generar de forma deslocalizada, evitando el abandono de las áreas rurales, creando valor económico y empleo, y planteando sinergias con las necesidades de reactivación de la economía en estas áreas de transición justa.

Además, no solo se aprovecharía el biometano, sino también los digestatos obtenidos como subproductos del proceso, que pueden servir de abono orgánico para las propias áreas de cultivo.

Este papel del biometano como promotor del desarrollo económico de las zonas rurales queda también reflejado en la Hoja de Ruta del biogás, donde se recogen varias medidas de actuación para marcar el camino.

Este gas renovable contribuye, por tanto, a la vertebración del territorio y al desarrollo económico de las zonas rurales, como parte de los objetivos planteados frente al reto demográfico.

Por todos estos motivos, nos encontramos en un momento clave para dar impulso a la producción de esta fuente de energía renovable, esencial para una transición energética justa, si queremos alcanzar los objetivos de neutralidad climática y descarbonización de la economía en 2050.

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