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Cómo adaptarse a las normativas europeas sobre la gestión de residuos

Las normativas europeas en materia de gestión de residuos quedaron establecidas en 2019, a través de la Directiva (UE) 2018/850, Directiva (UE) 2018/851 sobre la gestión de residuos, que modifica una anterior, y  Directiva (UE) 2018/852.

En ellas se establecen una serie de restricciones en cuanto al porcentaje de residuos que se depositan en vertedero, limitándolo a un 10% de los residuos municipales, y promoviendo el reciclaje.

Europa fija así, como objetivos, el alcanzar un 55% de reciclaje en los residuos municipales para 2025 e ir incrementando este porcentaje de forma progresiva. De esta forma, se debe alcanzar un 60% en 2030 y un 65% en 2035.

Además, la Comisión Europea exige a los países miembros el establecimiento de sistemas seguros y eficaces de control de calidad y trazabilidad de los residuos que llegan a los vertederos.

La normativa europea también incide en el problema ambiental generado por la elevada producción de envases, obligando a los países miembros y a los productores a implementar medidas que reduzcan al mínimo este impacto ambiental, la producción y la generación de residuos.

Así mismo, los productores deben adaptarse a las nuevas directrices de funcionamiento para los regímenes de responsabilidad ampliada, que se suman a la renovación de las normas sobre la prevención de residuos y el establecimiento de requisitos en materia de reciclado.

Toda una serie de requisitos y objetivos que cada país debe acatar, adaptando esta normativa a su propia legislación.

En España, esta adaptación de la normativa europea se refleja en la nueva Ley 7/2022, de 8 de abril, de residuos y suelos contaminados, donde se recogen las medidas destinadas a remediar las grandes carencias del país en materia de gestión, reciclado y aprovechamiento de desechos municipales, entre otros objetivos.

Se señalan los objetivos europeos en cuanto a la recuperación y reciclado de los residuos municipales, los plásticos de un solo uso, así como la obligación de instaurar la recogida de la materia orgánica en toda España.

Esta nueva ley sigue la línea estratégica española de economía circular (España Circular 2030) y ha sido incluida como una de las reformas estructurales del Plan para la Recuperación, Transformación y Resiliencia (PRTR).

Entre los aspectos destacados figuran el establecimiento de un calendario para la implantación de las nuevas recogidas separadas de residuos para su valorización y los objetivos en materia de prevención, como la reducción de la generación de residuos alimentarios en el ámbito específico de las industrias alimentarias, empresas de distribución y restauración.

Con esta nueva ley, se pretende sentar los principios de la economía circular, a través de la legislación básica en materia de residuos, y poder contribuir a la lucha contra el cambio climático y la protección del medio ambiente.

 

La reducción o prevención del residuo como punto de partida

Para que la gestión de residuos se lleve a cabo de forma sostenible, hay que tener en cuenta el principio de jerarquía que establece, en primer lugar, la reducción o prevención de los residuos.

Esta prevención, según la Ley de Residuos, viene a ser el conjunto de medidas adoptadas en la fase de concepción y diseño, de producción, de distribución y de consumo de una sustancia, material o producto, con el objetivo de reducir.

Se trata de reducir la cantidad de residuos, los impactos adversos sobre el medio ambiente y la salud que generan, y el contenido de sustancias tóxicas nocivas en materiales y productos.

Y para ello, se fomentarán acciones dirigidas a la producción y venta eco-responsable, la compra y uso responsable de los productos y la introducción de los residuos generados en un circuito que permita su reutilización, reciclaje o valorización.

 

Reutilización, reciclaje y valorización, dando valor al residuo

La reutilización, el reciclaje y la valorización son los siguientes escalones en la jerarquía de la gestión de residuos.

Se habla de reutilización cuando los productos o sus componentes se utilizan de nuevo con la misma finalidad inicial.

En el caso del reciclaje, se produce la transformación de los materiales en nuevos productos, materias o sustancias, tanto para la misma finalidad original como para otra.

En cuanto a la valorización, esta hace referencia a la valorización energética (producción de energía o biocombustibles).

Así, como ejemplos de reciclaje de residuos orgánicos tenemos su transformación en compost y abonos orgánicos mediante el compostaje.

Mientras que su valorización energética supone la transformación de estos mismos residuos en biogás o biometano mediante procesos de digestión anaerobia.

El compost y los abonos orgánicos se utilizan para reponer de materia orgánica los suelos de cultivo, recuperando su fertilidad, y el biogás o biometano como energía renovable (gas renovable) para la generación de energía eléctrica, térmica o como biocombustible.

 

La bioeconomía circular como nuevo modelo económico

Este enfoque hacia la utilización de los materiales para la producción respetuosa con la naturaleza, renovable y sostenible, generando el mínimo de desechos biológicos, y que estos vuelvan a convertirse en materia prima, viene a definir el nuevo modelo económico que hay que desarrollar: la bioeconomía circular.

Un nuevo modelo que se basa en la producción y la utilización de los recursos biológicos renovables y su conversión en alimentos, piensos, productos biológicos y bioenergía, generando nuevos modos de suministrar alimentos, productos y energía sin agotar los recursos de nuestro planeta.

Un ejemplo de la aplicación de este modelo de bioeconomía circular, acorde con la normativa en materia de gestión de recursos, vienen a ser las plantas de biogás para autoconsumo.

En estas plantas se lleva a cabo la gestión de los residuos orgánicos de la industria alimentaria y la agricultura, a través de la valorización energética.

El biogás o biometano generado es aprovechado por las propias instalaciones e industrias productoras para el abastecimiento de energía o biocombustible.

Un ciclo de la materia que se completa con el compostaje del digerido (subproducto de la digestión anaerobia) o su transformación en fertilizantes orgánicos.

Tanto la normativa europea en materia de gestión de residuos, como la nueva ley de residuos en España, se basan en este enfoque de bioeconomía circular, implicando a múltiples sectores económicos con base biológica (agricultura, ganadería, pesca, industria agroalimentaria, textil, química, biotecnológica, energética, etc.) en la aplicación de los principios de circularidad en sus procesos productivos.